Hace años tuve el privilegio de estudiar con un maestro muy sabio y carismático. Imagínate un hombre americano, grandote, bueno más bien enorme, con la cabeza rapada y vestido con los hábitos budistas de color azafrán. Cuando Marut aparecía en la sala, la llenaba con su presencia y, una vez que empezaba a hablar, su potente voz y precisión en el uso de la palabra resultaban absolutamente cautivadores.

Un día nos dijo que iba a enseñar uno de los mantras más potentes en yoga, uno de esos que tiene la capacidad de transformar tu vida como pocas cosas. Alargó su columna, cerró los ojos, inspiró profundamente y repitió tres veces:

Om, tengo suficiente, Om

En el momento en que los que estábamos en la sala escuchamos el mantra por primera vez, muchos ahogamos unas risitas tontas y otros se sintieron decepcionados de lo simple que parecía la enseñanza. La verdad es que uno de los principios esenciales para la vida es el contentamiento o el estar satisfecho con lo que se tiene en el momento presente.

Nuestra sociedad de consumo se basa precisamente en lo opuesto, en crear el deseo de tener el último modelo de móvil, de ir al nuevo restaurante de moda o de asistir al próximo retiro de yoga. La satisfacción de los deseos externos ha dañado nuestra capacidad de deleitarnos con la vida y de ver la plenitud de la existencia. Muy poca gente es capaz de disfrutar con lo que hay, aquí y ahora, pero cuando empiezas a darte cuenta de que en realidad no te falta nada, entonces empiezas a apreciar y a agradecer los detalles que hacen tu vida maravillosa, incluidas todas las personas y las acciones que hacen posible que tú vivas como vives y seas como eres. (¡Despierta! El 99% de la población en el mundo no tiene tu suerte…)

Este mes te invito a que practiques el mantra
Om, tengo suficiente, Om
y, si es posible, que me escribas y me cuentes cómo te ha ido.

Con inmensa gratitud y apreciación nos vemos en la esterilla.

Om shanti
Zaira